EL SOFÁ ROJO – ATERCIOPELADO

EL SOFÁ ROJO – ATERCIOPELADO

19 de February, 2021Javier Cortes

Cuando somos jóvenes, tendemos a creer que el mundo partió con nosotros, pero la realidad es que antes hubo esfuerzos e iniciativas que buscaban lo mismo que uno: hacerlo mejor. Sin soberbia, porque de eso se trata, ¿no?, de ir haciéndolo mejor, en consonancia con los tiempos y el conocimiento acumulado.

Fue así como el INIA (Instituto de Investigaciones Agropecuarias) de Cauquenes fue desarrollando en su “Quinta Experimental” vinos que tuvieran relación con su zona como, por ejemplo, el Asoleado Tinto, con denominación del Secano Interior entre el río Mataquito y el Biobío; o el Molco Blanco, proveniente de una localidad ubicada entre Cauquenes y Chanco, el que le da su nombre a un vino de mezcla de variedades blancas, producido fundamentalmente con las prensas de estas uvas. O el Tapihue, hecho con uvas de semillón y blanca ovoide vinificadas como varietales.

Sin embargo, el más recordado y de mayor difusión fue el vino Terciopelo, marca registrada en el INAPI (Instituto Nacional de Propiedad Industrial), mediante la cual fue tomando cuerpo la idea de hacer un vino de uva país que fuera mejor de lo que se producía en la época. O al menos distinto, más suave y redondo. ¿Más moderno? En fin, un país del Secano Interior de Maule con un 25% a 30% de malbec. Los taninos dulces, la fruta roja y las notas de violeta le darían un carácter más cercano al noble y rústico país.

La uva país, por tanto tiempo mirada por arriba del hombro, nos ha demostrado que no es bueno pedirle peras al olmo, o tratar de vestirse con ropas ajenas, tal vez de Burdeos. Los enólogos afuerinos siempre hemos sabido de la nobleza vitícola (resistente a la sequía y vigorosa) de sus antiguas parras, pero diría que en los últimos 10 años hemos aceptado y entendido que puede dar vinos únicos, muy fáciles de beber y, más importante aún, con un sentido de origen que escasea en nuestro país. Casi podemos decir que es una uva chilena. En buena hora hemos entendido y reconocido sus virtudes y no le pedimos elegancia ni complejidad.

Este es el marco en el que hace ocho años Viña Morandé inició el camino de hacer un vino en honor a ese antiguo Terciopelo cauquenino. Las parras de cepa país crecen podadas en cabeza desde hace más de 80 años en nuestro viñedo ubicado en los austeros suelos graníticos del Secano Interior de Melozal. Sus uvas son la base de nuestro Aterciopelado, las que se complementan con un 20% de suave y delicado “tapiz” rojo de malbec de más de 60 años, proveniente del viñedo La Constancia.

Apreciamos los vinos simples y genuinos que nos llegan a través del tiempo gracias a las ideas y los esfuerzos de instituciones y campesinos del Secano Interior del Maule, valorándolos en su esencia, sin exigirles más bondades de las que nos entregan.

Ricardo Baettig

Enólogo Viña Morandé

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